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Cómo perder a un mejor amigo en más de 10 días

  • Foto del escritor: Robs
    Robs
  • 17 sept 2024
  • 15 Min. de lectura

Yo me demoré cuatro años.


Tengo esta especie de problema que no me genera ninguna dificultad y que me hace sentir constantemente que me pierdo de algo que necesito: tener muchas más amigas que amigos. La proporción, así sin contar bien, es como de 6 a 1. ¿Bendito entre las mujeres?


El hombre puede ser amigo de la mujer, solo que no quiere

Si alguien no cree en la amistad hombre-mujer, es cualquiera menos yo. Esta es una tesis difícil de defender porque no hay sustento de ningún tipo, excepto mi propia experiencia; lo que pasa es que yo creo que todos somos todos, pero sobre todo, todos los hombres somos todos, y ese invento metafísico sostendrá esta tesis.


Mi sospecha es que la información genética de los primeros hombres está llegando casi que igual a los últimos hombres. Sospecho entonces que los hombres heterosexuales somos estructuralmente todos igualitos, y que si yo pienso de una forma sobre algo, probablemente todos lo hacen. Lo único que hace que uno se salga un poco del marco de lo normativo, en este caso lo heteronormativo, es hablar con mujeres queriendo escucharlas. Acá la brecha se hace grande porque sé que muchos no quieren hacerlo.


El hombre está casi que diseñado para el sexo y el deseo, y sí creo que la mayoría de hombres que escuchan, fingen hacerlo solo para recolectar información, para luego usarla a su favor, para lograr conquistar y coronar con la mujer de su interés. Y escribo esto sabiendo que todos lo sabemos, pero si le preguntan a algunos de sus amigos, lo van a negar. Siempre dicen "no todos", pero sí son todos.


No se trata entonces de ser o no ser así. Convengamos en que somos así, con honestidad. Se trata de cómo, a pesar de ser así, logramos comportarnos de manera decente para evitar vivir siendo así. Y ahí las mujeres ayudan, más ahora que existen las redes sociales y el feminismo hace cada día la tarea, pero es que hay que querer aprender. Quien se atreve a escuchar, descubre rápidamente que la mujer es una persona, luego un ser humano, luego una forma de percibir el mundo a través de otro lente. Se puede uno arreglar, ampliar sus horizontes y crecer desde la perspectiva ajena. Entonces complemento: hay que querer escuchar sin pensar en sexo. Es decir, tu amiga puede estar hermosa y sensual, pero no implica que te la tengas que besar, desear, o peor, que te tengas que enamorar. Y eso, así no lo crean, es una decisión. Uno es quien decide ser enamoradizo, perro, coqueto, o no.


Para no venir a decir (más) obviedades, conocer a la mujer es darse cuenta que son mucho más perceptivas que nosotros. Su sensibilidad, esa que tiende a hacerlas llorar más o enojarse más rápido, no es solo eso y no existe solo hacia adentro. Ellas, hacia afuera, detectan bastante rápido cuando un hombre solo las escucha para obtener algo de ellas. Son sensibles sobre el otro: ellas detectan cuándo un hombre finge para obtener algo. Así, el ego masculino sufre cuando se entera que él no fue un estratega que hizo todo bien para obtener un favor sexual de la mujer de su interés, sino que fue la mujer decidiendo que quería. En tanto acepten esa realidad, podrán trazar relaciones honestas sin estar esperando como tigre entre matizales a dar un salto devorador. Y si alguna vez una mujer les ha dicho que no se habían dado cuenta de que ustedes estaban enamorados de ellas, pues ellas también fingen que su amigo no les está coqueteando. Es apabullante aceptar que se acaban de quedar sin otro amigo que no tenía interés en serlo.


Pero el hombre necesita ser hombre y ya

Hace algunos textos dije que todos hacemos lo que hacemos con tal de ser amados. Es la condena del ser humano, o la del ser vivo. Entonces el hombre heterosexual pone muchísimo esfuerzo en eso de fingir al frente de una mujer solo con tal de no espantarla. El hombre es absolutamente inseguro y vive armando personajes. El esfuerzo constante de intentar ser el más charro, interesante, amable, talentoso, inteligente, capaz y fuerte es su rutina. Y es agotador. Percibimos que si no somos "el más", no somos nada, porque por alguna razón todos inventamos competencias en nuestra cabeza que justifican nuestros actos. El hombre vive para impresionar a la mujer, el macho vive para impresionar a la hembra... ¿ven por qué digo que somos casi lo mismo que el primero de todos?


Siendo un hombre de esos, necesito ese espacio de solo hombres. Ese templo, ese refugio. Un lugar donde los esfuerzos son mínimos, y la competencia sigue viva, pero ya no hay mujeres para impresionar. La conversación pierde todos los filtros, descendemos a nuestros antivalores y nos acostamos a dormir en ellos. Se simplifica el mundo porque lo emocional no tiene mucha cabida. Todo es bueno o malo, todo se explica en las dicotomías, todo se resuelve con omitirlo y seguir.


Da igual si tu amigo heterosexual es el más deconstruido del mundo y logró articular los mundos emocionales masculinos y femeninos y se volvió el ser superior. Tu amigo quiere, en algún momento, estar en medio de una guerra campal. Este punto lo trata mejor El club de la pelea. Es una película amada por los hombres porque nos hizo descubrir que todos eventualmente queremos pegarnos con alguien más. La mayoría de disciplinas deportivas existen para eso. Y cada guerra bélica que ha habido también es por eso. Y por eso el hombre necesita espacios en donde pueda ser ese abominable y vergonzoso monstruo que babea, grita, empuja, mira mal y cree que impresiona a quienes lo ven.


Porque sí, las mujeres tienen un tono de voz agradable, no están tan interesadas en hacer comentarios grotescos con fines humorísticos y son mejores conversando. Son mejores para estar. Sin embargo, mi pesar es que yo soy un hombre muy normalito, clásico, si se quiere. Adoro el fútbol, las conversaciones triviales que no van a ningún lado y negar las emociones complejas y situaciones traumáticas que me afectan. No estoy de acuerdo con que los hombres también lloran e incluso cuando no he tenido ni un peso en el bolsillo me molesta que una mujer pague por mí. Digo muy seguido "quisiera no ser así", pero soy así, ergo (sí, dije ergo), todos somos así.


Y ahí es donde necesitamos elegir un mejor amigo

Pienso seguido en un diálogo de la película Green Book. Basada en tiempos de antes, en una historia real, un hombre negro con excesivo talento para la música, toca el piano de forma magistral en EE.UU, país que era racista por ley, pero estaba en una especie de transición. Este personaje es refinado, se expresa de forma sofisticada, viste hermosas telas y puede hacer exigencias de artista respetado. Sin embargo, por negro, no puede andar libremente, y como va a hacer un tour por todo el país requiere un chofer blanco que aparte sepa hacer las veces de guardaespaldas. El diálogo dice algo así:

Si no soy lo suficientemente negro para mi gente, ni soy lo suficientemente blanco para ustedes, ¿entonces qué soy? (dale clic para ver la escena completa)

Pienso seguido en ese diálogo porque siento que así me pasa en un símil rebuscado. Siento que estoy en la mitad de lo que es el hombre por naturaleza y el hombre que ha sido educado para no ser tan hombre, todo gracias a estar rodeado de mujeres. No comparto muchas cosas de las que somos, y las evito, las controlo o las suprimo.


Sin embargo, hay que decir también que si todos los hombres somos iguales, también debe ser que hay hombres que deben estar así como uno. Unos más sensibles, menos involucrados en el juego del macho y la competencia de quién lo tiene más grande. Esos, con seguridad, somos menos, entonces encontrar a uno fue muy difícil. Hasta que Juan.


Mi mejor amigo

Me fastidia en exceso llegar a este punto con ganas de llorar. Juan fue mi amigo por cuatro años, y diría que fue mi mejor amigo desde el día uno. La conexión fue de esas. El humor era la misma cosa, las reflexiones iban en un mismo sentido, las discusiones tenían alto valor, nuestro vínculo emocional con el mundo era casi que un calco. Estábamos de acuerdo en todo lo importante y nos cuidábamos el uno al otro de la muerte y su tentación. Juntos resolvíamos nuestras vidas y nos dábamos descanso de las mujeres y los hombres más hombres. Éramos el uno para el otro algo así como una vía de escape, como lo hace un buen amor.


Mi dolor más grande siempre ha sido querer gente y que eventualmente nos separemos. Las graduaciones alejan. Me fastidia y me jode todo el tiempo pensar que uno puede invertir años en conocer personas para que de repente no estén más. Recordar gente es una mierda. Pero yo creí que estaba acostumbrado, y se queda uno sin el mejor amigo del colegio, y se queda uno sin el mejor amigo de la niñez, y se queda uno sin el mejor amigo de toda la vida. ¿Con 25 años se hacen nuevos amigos? ¿O se consiguen mejores amigos? ¿A dónde hay que ir?


Juan y yo estudiamos un mismo pregrado, que es uno dominado por las mujeres; en segundo lugar, por los gays; luego, los hétero; por último, él y yo. No conocí nunca a otro como él (increíble lo gay que sueno), ni siquiera en otros espacios. Tal vez él pensara lo mismo de mí. ¿Entonces cuál fue la causa de nuestra ruptura? Aquello que fue bomba con reloj fue, para asombro de nadie, una mujer.


Culpa de una mujer inocente por culpa de un hombre enamorado

Lo fácil sería decir que ella fue la que partió todo como si fuera Yoko Ono, olvidando así como con Jhon Lennon que él pudo haber elegido no hacer de Yoko Ono una figura dañina para su banda. Es que el hombre primigenio primero busca si tiene mujeres al lado para decir que todo es por consecuencia de ella. Que se volvieron unos pirobos y unos patanes porque una mujer les dañó el corazón, que se volvieron alcohólicos porque una mujer...


La culpa de Sofía fue, básicamente, ser muy buena amiga y ser linda. La mala suerte fue ser así con un hombre que no estaba tan acostumbrado a recibir tan buen trato, pues el hombre maltratado se creerá enamorado de la primera que lo trate muy bien. Y bueno, eso también le pasa a las mujeres. Entonces uno como mejor amigo le dice que se parche, que se le va a pasar, que está confundiendo sensación con certeza. Pero el tiempo avanza y este nada que suelta esa idea. Entonces uno como mejor amigo le dice que se tiene que animar a saltar en clavado. Dígale esto, invítela a esto, espere esta reacción, finja esto, hable con amiga, no le diga eso, tire esta indirecta, acuérdese de esto. Consejos de hombre; consejos de amigo que quiere que su amigo corone o supere, porque el limbo mata lentamente, tortura impiadosamente.


Hasta que el consejo fue que se le declarara. ¿Que si daña la amistad? Pues le toca, si igual no la prefiere. ¿Que donde ella le deje de hablar? Sufre más si no se saca eso del pecho. ¿Que si ella reacciona mal? Me avisa y parchamos. Porque el amigo no invita a llorar, sino a parchar. Y se le declaró. Y Sofía, que también es mi amiga, me habla diciéndome que cómo así, y yo de pues sí, y ella de carajo, él a mí no me gusta. Como el hombre traza sus mejores amistades desde la lealtad, y ya con el daño hecho, le digo a mi amiga que le diga a mi mejor amigo que le sea sincera, pues creo que solo así él podrá aceptar que no va a suceder y podrá sanar.


Les dejo un consejo: ser rechazado por la amiga es equivalente a terminar con la pareja, al menos desde el punto de vista de romper el contacto. Eviten ser amigos de sus ex, eviten ser amigos del amig@ que los rechazó.


Juan y Sofía no siguieron el consejo. Que tan maduros, que esté relajada, que no quieren perder lo lindo que tienen, que le crea cuando le dice que la va a superar. Y el hombre es un fracaso soltando. A las semanitas me dice que le gusta otra, luego que otra, luego que otra. Acumula frustraciones mientras en su corazón sigue teniendo la firma de la primera. Pasa un año, creo, y él vuelve a insistir con que está enamorado de Sofía. No le gusta, está enamorado. La tiene atravesada en los párpados y la garganta, como diría Galeano. Y la lealtad se configura también en la paciencia, así que repetimos la experiencia, pero esta vez hay una variable distinta: yo ya tuve mi roce con Sofía.


¿Le digo? ¿O mejor lo protejo? ¿Lo trato como adulto? ¿O decido que él es un adulto en todo excepto en este tema? Ese roce, que sucede a sus espaldas, nunca se le dijo. Tal vez fui conveniente, solapado y cobarde, pero a día de hoy no estoy seguro de si fue eso o si simplemente fue una diferencia de opiniones: para mí la amistad no implica andar contando todas mis situaciones de vida. Aunque te tenga confianza total, no necesariamente quiero actualizarte de cada situación mía. Entonces pensaba que, aunque la haya besado, fue un besito ahí; que no es grave no contarlo porque no hay vínculo emocional. El enamorado es él, no yo, ¿pa' qué tiene que saber? Y si ella está soltera y yo también, y ella no quiere con él pero sí conmigo, ¿pues qué mal hice? Y como en Medellín besar y ya puede no significar nada, no lo consideré desleal. Tal vez ahí fui muy hombre, y aparte muy medellinense. Qué vergüenza, aunque poquita.


Juan decide reintentar, esta vez más gallardo, con más impulso. Pregunta menos, cuenta menos. Se deja guiar de sus propias ideas, toma la iniciativa. El hombre más popular según las mujeres de las redes sociales es el que impone cuándo y dónde, que se ve seguro, que no flaquea, que no vacila en sus emociones. Fuerte en carácter, preciso en el movimiento. "Te recojo a las 8:00 p.m, ponte linda", y eso es excitante y necesario. Y bueno, él no fue exactamente así, pero le ponía actitud. Era todo o nada esta vez. Dispuesto a romper, postura agresiva; minuto 90, vamos todos al ataque. El hombre cree que puede torcerlo todo a su favor porque incluso cuando está acomplejado se tiene exceso de fe. Pero Sofía no quiere. Y no sé si quería con otros, pero sí quería conmigo (tendría que confirmarlo ella, pero este es mi blog).


Hecatombe

Acá seré vago porque mi cerebro, que entiende bien de su fragilidad, se protege eliminando datos de experiencias dolorosas y complejas. Mi cerebro se cansa rápido. Si me preguntan sobre asuntos difíciles o frustrantes, no me acuerdo bien. Si alguien intenta recordármelas, le creeré sin recordarlas. Ese es el cerebro de la gente sensible, del hombre sin herramientas emocionales.


Juan vuelve a ser rechazado, pero Sofía, que odia perder, no lo aleja totalmente. Eso sí, se empieza a cansar de la dinámica. Lleva años cuidando a Juan, que es sensible. Que no sepa mucho de si sale con este o aquel, que imposible que sepa que habla conmigo, que los días en los que hay alcohol y comienzan a repartirse besos como si fuera pan dulce ella no lo hará conmigo hasta que él se vaya. Yo estoy en el mismo rol, también. Sofía y yo somos cómplices de un acto que no era criminal y se sentía como uno, pues Juan era severo con sus opiniones y sus expectativas. Nunca la sensación de que le podíamos contar y saliera bien. Es la tendencia a querer evitar asumir las consecuencias.


Sofía y yo nos besamos más, hablamos más, estamos más vinculados y coquetos. Soltero y soltera: una forma simple de vivirlo. Acá no había drama ni preocupaciones, solo diversión y una curiosidad natural de si quizá debíamos encaminar lo nuestro a algo más serio, pero sin nadie haciendo nada para comprobar qué podía suceder. Y Juan detrás de la ventana y Gabriel García Márquez que ya le había puesto título a esta obra. Si algo se debe recordar siempre es que uno nunca queda impune de nada.


Sofía y yo nos agotamos. Estábamos sosteniendo el peso de personas cercanas a nosotros y la fuerza de lo nuestro no era tanta. Cortamos la dinámica y lo resolvemos de forma abrupta y acelerada para dejar de recibir puñales, acabando así lo que nunca comenzó. Entonces yo ando tranqui, Juan sigue en intentos y paciencia, y Sofía conoce a alguien más. Yo me entero de eso de formas inadecuadas, pero casuales, y me guardo el secreto. Pienso de nuevo para qué voy a contar algo de alguien, que es íntimo, que ha decidido no contar, que ha decidido no contarle a Juan. Pienso que si son tan amigos desde hace tantos años es ella quien le debe decir, no yo.


Una borrachera en un jacuzzi, una conversación que se sale de control y se me escapa el dato. Lo digo como quien dice cosas, y sigo, y seguimos, con la mirada de Sofía de maldito, me delataste. Pero tampoco me parecía grave, porque el hombre simplifica y el borracho más. Y la noche llega, Sofía y yo nos besamos, borrachos y descuidados, en frente de Juan, quien supuestamente se había ido a dormir, pero decidió mirar por la ventana, esta vez de forma literal. Esto me lo cuenta ella, pues yo no vi nada, y de lo borracho, no me acuerdo de nada tampoco.


Al otro día me despierto, lo saludo, y lo veo como siempre estaba: mal. Pienso que es algo normal de él y no una consecuencia de anoche, y decido darle su espacio y avanzar en el día. Hubiera pensado que fue por el beso de anoche, pero como ya se dijo, no sabía que hubo beso. Y durante todo ese día me trató perverso. Primera y única vez. Me insultaba descaradamente y sin pausa, porque sí y porque no. Usaba información que solo sabía él para tirar duro, para hacer daño. Yo le aguanté todos los disparos pensando en que si algo luego resolvíamos, que finalmente él estaba peor y ese aparente odio era solo un hombre que suelta veneno desde su propio dolor. A todos nos pasa. Y desde ese día no me habló más, ni le hablé más, hasta 13 días después que era su cumpleaños.


Le escribo, le digo cosas bellas que son para un cumpleañero que me alegraba que existiera desde hace tantos años. Me deja en visto. Me relajo pensando en que debe estar ocupado celebrando, que todo bien. Nunca me respondió. Pienso que todo bien, que tampoco es como que tenga que responder, que pa' qué, lo importante de un mensaje de esas características es que se sepan amados, no que te hagan sentir amado de vuelta. Y respondió, a los no sé cuántos días, con una carta, diciéndome que no estuvo bien de ninguna manera que no le dijera que Sofía había conocido a otro hombre. A mí me sorprendió que ese fuera el problema central de todo el asunto y no que nos besáramos de forma apasionada justo cuando él se fue.


Él sentía la traición en la omisión de ese dato y no en otra cosa, y pensaba que debía decirle porque él entonces aceptaba el hecho de que alguien más llegó y así él desistía de intentar cosas con la que nunca le dio oportunidad. ¿Por qué no le dije entonces? En mi opinión él no debía dejar de intentar, pues Sofía seguía soltera. Es ella quien elegiría si uno u otro. También decía la carta que la amistad estaba desbalanceada porque él sí me contaba sus cosas y yo no, y que él sí me hubiera contado si la que me gustaba salía con alguien. Que se sentía traicionado... y todo lo demás que dijo. Lectora, lectora, no se imaginan la rabia que me dio.


Me di cuenta después de leer eso de lo quemado que estaba. Tres años evitando hacer cosas, y evitando hacer cosas más allá, por cuidarlo a él. Que girara sobre las mismas ideas para decidir no avanzar. Verlo aferrarse a una estela de humo y verlo creer que era una mano. Todos comportándonos como si estuviéramos cometiendo pecados, como si él fuera la víctima de un complot en el que buscábamos herirlo. Que pasos que serían pasos en todos lados, con él eran en falso. Pero el amor que todo lo puede también da resistencia y fe, y uno piensa que bueno, que eventualmente saldrá de ahí. Sí, no salió en tres años, pero en esto sale de ahí. Y más fácil fui acusado de desleal y traidor antes de que él soltara un amor imposible. Le respondí a su carta que dejáramos así.


No tener mejor amigo es dolor perpetuo e irreparable

Todo pasó hace dos años. Desde entonces la sensación de soledad es mi compañía.


Pienso desde hace casi dos años que después de ese drama adolescente pudimos conversar en algún momento, aclarar, perdonar y volver a ser nosotros, sobre todo cuando uno ve que finalmente ninguno de los dos siguió siendo muy cercano a Sofía. Si el detonador de una relación como la nuestra fue una mujer, había que sacarla a ella en vez de a nosotros mismos. Pero él no la iba a sacar a ella, y yo estaba muy enojado con él, y ella no tenía la culpa; aunque bueno, hay eventos que no se tratan de justicia sino de intentar ganar. Acá perdimos todos.


A saber entonces en qué anda. A él sí podría preguntarle, tener una conversación corta, arrimarme tímidamente y ver qué pasa. Que sea incómodo, que la nostalgia nos ahogue, pero sabiendo que podemos hablar. Esperar, creer, que el tiempo ha apagado el incendio. Pero uno que no quiere, y que prefiere escribir esto porque Sofía propuso el tema y fue el tema que ganó en una encuesta de Instagram. La condena mía será, aparentemente, transformar dolores en textos en vez de frentear.


Espero que a Juan, si le llega esto, no le moleste. Está claro que esta es mi versión, pero siempre podremos decir que todo lo que se escriba acá es ficción.


Lo mejor de un mejor amigo es que de él no dudaría que alcanzó a leer hasta acá. Hoy tengo amigos, pero de ellos sí dudo. Si tú alcanzaste a leer hasta el final me escribes por cualquiera de mis redes sociales y reclamas 200 pesos colombianos. Transferencia inmediata. Es gratitud capitalista por leer el texto más largo de este blog hasta ahora.


Wix me obliga a hacer esto para mejorar el SEO. En fin.
Resumen sacado de Wattpad

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