Es mejor traicionarme que estar solo
- Robs
- 20 ago 2024
- 4 Min. de lectura
Valeria leyó el texto de la semana pasada y me felicitó, o algo así. Como recibir amor me pone nervioso, me puse complaciente y servil. Pura herencia paisa, eso que los gringos llaman amabilidad. Entonces le dije que si quería me podía decir sobre qué escribir, así como cuando pregunto quién quiere café: esperando que nadie quiera café. Pero la gente siempre quiere café, entonces Valeria respondió:
Me gustaría leer por qué crees que la gente cambia tanto con el fin de encajar, incluso llegando a cambiar por completo muchos aspectos de su personalidad. ¿Qué tanta necesidad hay detrás?
Como también me pongo muy nervioso ante la posibilidad de que me reclamen por haber prometido algo y no cumplirlo, le resolveré la duda a Valeria.
Notita: si no tienes ganas de leer pero tienes la misma duda, te la resuelvo ya: porque es horrible no encajar. Es desesperante no tener un lugar en el mundo y es agotador tener que defender los principios y creencias en favor de "tener personalidad". ¿Pa' qué personalidad si no soporto estar solo?
A Valeria la conozco hace siete años y desde hace siete años jode con la misma pregunta. No le cabe en la cabeza que las personas modifiquen su conducta y sus formas con tal de encajar, y por eso se aleja volando de todo aquel que sea así. Valeria no lo soporta porque no lo entiende, lo cual es un fenómeno absolutamente común (de ahí tantos enemigos de la matemática, por decir una sola cosa).
Valeria cree que todos deben defender lo que son sin importar qué, pero creo que lo propone porque ella tiene la suerte de que al ser como es, o dice que es, cae bien. Tiene ventajas y dones que pocos tienen: es conversadora, espontánea, chistosa, noble y tiene la energía de un cohete. Quizá algunos no la soporten, pero los porcentajes siempre estarán a su favor por ser extrovertida.
Por su parte, los antisociales, introvertidos, tímidos o pasivos ya saben bien lo difícil que es que ellos se hagan un lugar en el espacio. Tienen que remarla más, pues van contra la corriente. Y tan real es esto que ellos mismos se han deshumanizado a través del humor y dicen algo como:
Los introvertidos no hacemos amigos, esperamos que un extrovertido nos elija y nos adopte para ser sus amigos.
La frase, que es dizque chiste, me deprime; pero sirve como sustento de este texto, pues los extrovertidos, a su modo, hacen lo mismo. Es algo que tenemos en común todos con todos: existimos para que nos quieran.
Y ser aceptado es algo que pesa, sobre todo hoy en día. Hoy se consiguen favores, trabajos, amor, consideración y atención solo por caer bien. El mundo es cada vez más subjetivo. Cada vez importa menos si eres el indicado para algo; si no vibras en la misma sintonía que el otro te mandan a la mierda. Te van a preguntar primero tu signo zodiacal antes que cualquier otra cosa. Entonces, si las reglas son estas, ¿cómo carajo no voy a renunciar a mi personalidad si ella me cierra puertas?
Existe un tópico literario que define el mundo como un teatro. Platón decía indirectamente sobre esa idea que todos los humanos somos y funcionamos como marionetas. Sigamos con esos dos postulados y vamos lento para no enredarnos:
El marionetista es el mundo, es Dios, es el sistema, mis emociones, yo mismo. Elige cualquiera, pues no importa. Lo que importa ahora es que consensuemos momentáneamente que ser marionetas implica perder la libertad sobre nuestras acciones, y que esto sea un teatro implica que debemos cumplir un papel de forma prolija y excelsa.
En el teatro somos actores; si somos de los buenos vamos a seguir el guion, y si somos geniales sabremos improvisar. Pero esta obra es compleja. Da la sensación de que el director y el guionista están perdidos. "Es caos", dije, pero el asistente de dirección lo llama entropía, y me dijo que el show debe continuar.
El actor (usted, Valeria, yo) tiene que estar en capacidad de adaptarse a cualquier circunstancia. Debe imponer su imaginación y ejercer la imitación; por eso, si nunca había estado en una cena elegante donde hay tres tipos distintos de tenedor, lo primero que debe hacer es ver cuál tenedor coge el anfitrión para comerse el postre, y luego lo imita. Después oye los temas de conversación que interesan en el comedor, y luego imita. Y como no hay tiempo para aprender a imitar todo, debe imaginar que es uno de esos que no es y lograr serlo. No importa quedarse sin personalidad, lo importante es que no lo echen de la cena.
Valeria, querida: si la vida es un teatro y no somos dueños de nosotros mismos, es imposible sostener en el tiempo la personalidad que me conoces. Si mis desventajas sociales pesan más que mis cualidades personales, debo ajustarme al escenario. Renunciaré a mis rasgos particulares efímeramente porque hay que sobrevivir. Cuando hago eso, no sospeches que soy sociópata; lo hago para evitar estar mal conmigo mismo, para esquivar la ansiedad generalizada o la tristeza profunda que causa el rechazo. Para no hacer más difícil lo que ya es muy difícil.
¡El mundo obliga! Tratar de imponerse a él y serle fiel a lo que somos no está al alcance de todos. Hacer las cosas "solo por encajar" es justo de lo que se trata la experiencia de vida, y casi que todo (o todo) se hace para eso. Valeria, quizá no deberías ser tan severa: mantener el personaje todo el tiempo es agotador, todos los actores necesitamos descansar.
Notita 2: a modo de conclusión podría decirse que nadie tiene personalidad, pero sí hay quienes saben sostener ante el mundo la forma de ser que más les gustó ejercer. Tal vez no se trata de ser honesto sino de encontrar una forma de actuar que te haga sentir cómodo en la mayoría de situaciones.
Notita 3: ¿quiénes la reman más? Sin orden particular, estos: los negros, LGBTIQ+, mujeres, quienes no juegan o ven fútbol, los que no participan en clase, quienes tienen acné, hombres que miden menos de 1,60, activistas climáticos, veganos, pobres, gordos, geminianos, tímidos y feos. Ojalá no fuera así, pero por ahora es así.
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