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Lavar los trastes, colgar la ropa, tender la cama

  • Foto del escritor: Robs
    Robs
  • 20 nov 2024
  • 6 Min. de lectura

La jornada laboral que dura 8 horas realmente se lleva 13. Hay que levantarse tres horas antes de la hora de ingreso, pues en la primera hora estás cogiendo energía para levantarte de la cama haciendo lo opuesto a lo que debería hacer alguien que busca conseguir energía: dejarse absorber por una espiral de videos, memes y videomemes en tik tok.


La siguiente hora existe para encajar en la sociedad: bañarse, elegir la ropa del día, peinarse, tal vez desayunar, lavarse los dientes. Esto puede tardarse en tiempo efectivo 20 minutos, pero la hora entera es necesaria porque antes de entrar a la ducha, vas a ver tik toks; mientras eliges ropa te distraes encontrándote defectos mirándote al espejo y, para evitarlo, ves tik toks; y desayunar es una tarea imposible si no se hace viendo tik toks, y es tarea en vez de gusto, y es tortura sin lograr encontrar los tik toks apropiados que amenizarán el desayuno.


La última hora es de traslado. Si quieres ahorrar, ya vas tarde; un bus no te va a dejar en tu trabajo en una hora, pues las calles están llenas de gente que maneja como lo harías tú: sin ver el semáforo sino viendo tik tok; y nadie maneja, y todos se chocan, y por eso hay taco todo el día. Entonces hay que pedir un servicio de moto, porque el que maneja carro en cada semáforo se va a poner a chatear o ver tik toks, pero el de la moto por alguna razón no se atreve. Tal vez no puede, pero no sé decir por qué. Si yo manejara moto podría manejar moto mientras veo tik tok.


El caso es que el de la moto se va a tardar media hora en hacer el recorrido que tarda 45 minutos, pero habrá que esperar a que baje la tarifa, pues sabes que el viaje no vale 22 mil pesos sino 9 mil, y que obviamente está así de caro porque todos están en taco viendo tik tok. Luego, cuando al fin baje la tarifa y solicites el servicio, tendrás que esperar entre 4 y 5 minutos, hasta que al fin alguno acepte que pagas con tarjeta, pues el resto prefieren el efectivo en un mundo donde nadie usa efectivo.


Cuando el primero acepte, estará a 8 minutos del punto de recogida; y cuando falten tres minutos para llegar, va a cancelar, posiblemente porque en un semáforo en rojo se dio cuenta que pagas con tarjeta y no con efectivo. Esperas de nuevo 4 minutos, hasta que el segundo acepta el viaje, se demora 6 minutos en llegar y cuando llega, ves la moto más incómoda del mundo, pero toca montarse porque si esperas un tercer servicio, llegarás tarde al trabajo.


El resto del viaje es horrible: no sabes dónde poner las manos, te parece terrible (y gay) la idea de agarrarte de un desconocido, las piernas se te cansan, el conductor frena y acelera de forma errática y le das cabezazos de casco a casco, te mueres de vergüenza, inclinas el cuerpo hacia atrás para evitar hacerlo, sientes que en una de esas te vas a caer para atrás, aprietas más, tienes calor, el casco te aprieta completamente la mandíbula, el visor está sucio y no puedes anticipar de ninguna manera que viene un carro con el que te vas a chocar, así que si hay un accidente el único que no lo va a ver venir eres tú, y vas a morir.


Aguantas, llegas a destino, llegaste tarde de todas formas, pero al menos fue por unos minutos y no por varios minutos. Tu peinado ya fue arruinado por el casco que lo aplastó y quizá una especie de humedad que ya habían dejado anteriores pasajeros. Y por ahorrarte 4 mil pesos te jodiste el día.


Las siguientes ocho horas consisten en estar en una oficina acompañado de otro montón de personas que están tranquilas porque ellos no necesitan tres horas para sortear todas las peripecias que sí tiene un adicto a tik tok, ni los problemas que produce un viaje de media hora en moto, pues ellos viven a 10 minutos a pie de la oficina. Ellos están contentos esa primera hora del día, hasta que las solicitudes y quejas empiezan a llegar, y ni siquiera el trabajo más alegre del mundo puede hacer feliz a alguien.


Esas ocho horas están divididas por la hora del almuerzo, o sea que son 9 hora, pero esa es la única hora en la que el ser humano que labora aspira a la felicidad, la cual no obtiene porque debe alcanzarla en un tiempo limitado. Es bien sabido que para ser feliz uno no puede estar pendiente de a qué hora tiene que volver. Pero bueno, igual bajamos todos a calentar nuestra coca en esos tres microondas que no calientan, después de hacer una fila donde los primeros que están calentando su comida, y saben perfectamente que con un minuto alcanza, ponen 3 hijueputas minutos para calentar una coca, la suya, y ninguna más. Luego sigue su amigo, ese con el que pudo compartir microondas, y que va a poner a calentar 2 minutos 45 segundos y no tres porque le da pena poner a esperar tanto a los que venimos detrás.


Tu coca queda tibia, pero no importa. La comida de la coca nunca es para comer bien, es solo para no tener hambre. Mejor aún: es para salir de la oficina, no para comer. Pero comes, porque así hayas hecho tu coca el día anterior con los 5 ingredientes que había en tu nevera 95 % vacía, hay que comer. Intentas comer conversando con alguien, pero fingir es una tarea agotadora, así que después de dos o tres intercambios, sacas tu celular y ves tik toks mientras almuerzas en ese cuarto de paredes grises donde hay una máquina expendedora que tiene cinco tipos de gaseosa, tres tipos de té y dos sabores de tutti frutti. A precios hiperinflados, obvio. Que hay que pagar porque se te quedó el termo con agua. Y de forma involuntaria haces la cuenta de que lo que te ahorraste cogiendo esa moto de mierda la acabas de perder comprándote una coca cola que vale 4500 pesos.


Vuelta a la oficina. Tac tac tac tac. Clic clic clic clic. Silencio, pensar, tic tic tic tic tic, tac tac tac, clic clic. Te duele la muñeca, posiblemente inicios de artritis; te duele la cabeza, menos mal andas con pastillas; te duelen los ojos, los descansas viendo tik toks; te duele la mandíbula, debe ser el estrés. Y hay que volver a casa. Coger bus o pedir moto, no, vas a pedir carro porque te lo mereces. Pero estás ahorrando. Pero lo mereces. Pero...


15 minutos de debate interno hasta que decides coger bus: porque estás ahorrando para un viaje, o comida, o la finca, la fiesta, el spotify, un nuevo pc, ropa, tatuajes, minoxidil, láser, spa, uñas, peinados, cremas, gimnasio, servicios, un juguete para el gato, netflix, skincare, una nueva skin para el fortnite, cartitas de fifa, un regalo de mes para la novia, un regalo de cumpleaños para alguien, el desodorante, el domicilio. No estás ahorrando, ni puedes ahorrar, ni sabes ahorrar.


Y coges bus, y llegas al fin, y la casa está mal. Está desordenada. Hay que lavar los trastes, colgar la ropa, tender la cama. ¿Cómo así que tender la cama?, si esa se tiende por la mañana; pues no la tendiste, estabas viendo tik toks. ¿Entonces para qué tiendo la cama si ya me voy a dormir en un rato? Es verdad, la tiendes mañana. Lava los trastes entonces, la tarea previa a cocinar, que toca hacerla para comer, pero sobre todo para la coca de mañana. Nunca nada es para el hoy sino para el mañana. No vives, vivirás.


Abra la nevera, que ya está vacía al 100 %. ¿Salgo a mercar? Dios, estuve 11 horas afuera, estoy cansado, me merezco pedir comida. No estás ahorrando, pero comes rico. Comer con culpa: no estás ahorrando y no hay coca para mañana, o sea que mañana hay que comprar almuerzo. Lo que ahorraste cogiendo esa moto de mierda lo perdiste comprando un jugo, comprando comida a domicilio y teniendo que comprar mañana el almuerzo en un restaurante de la zona. A precios hiperinflados, obvio. Y te debes plata, y no estás ahorrando. Y como no cocinaste, no hubo necesidad de lavar trastes: quedaron sucios. Cuelga la ropa entonces, o descuélgala y dóblala. ¿Qué tal si mañana lo hago temprano? Sí, mejor, hoy ya estás muy cansado.


Te levantas temprano con la intención de doblar la ropa. Coges el celular para ver la hora y ver cuánto tiempo tienes para esa noble tarea: la única que vas a hacer. Ves la hora, y luego, abres tik tok.


Que llegue el sábado, que solo ahí te escapas. Que no llegue el domingo, por favor.

Bravo para los funcionales.
Ser funcional es difícil

 
 
 

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