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1000

  • Foto del escritor: Robs
    Robs
  • 25 feb
  • 4 Min. de lectura

Hemos estado 1000 días juntos.


Hace meses tengo una fijación sobre el tema, aunque sin buscar resolverlo o comprenderlo, de que los humanos no sabemos interpretar bien los números. Las cifras son tan complejas para nuestro cerebro que simplemente las damos por hecho.


Qué mal de mi parte acordarme de la pandemia en medio de un texto que eventualmente migrará a lo romántico, pero ya qué; aprovecho para decir que no entiendo cómo parece que nunca nadie se acuerda de que hubo una pandemia. El caso: recuerdo ver cifras que decían, después de unos meses, que habían muerto miles de personas, y que los infectados eran cientos de miles. Entonces pánico. Pero luego recuerdo cómo salía otra cifra que decía que esos miles de infectados apenas representaban el 0,2 % de la población mundial. Entonces relajados. Que además del total de los infectados, se recuperaba como el 88 %. Entonces mega relajados: cero tapabocas, cero lavarse las manos. Pero luego alguien sensato decía: hay miles de personas muriendo, son miles de familias sufriendo. Entonces pánico y tristeza, pero en la minoría del mundo. Y cinco años después a nadie le importa que hayan muerto miles porque no eran millones.


En la universidad fue que me enseñaron este dato científico, y para seguir hablando de números, 100 % real. Cuando pasé de la Biología, donde me lo dijeron, a la Comunicación Social, donde me lo volvieron a decir, en la clase de periodismo el profesor dijo que para sensibilizar sobre las cifras había que remitirse a metáforas visuales que la cultura referencie. De pronto decir que murieron 500 mil personas suena a poco si sabes que hay 7 mil millones de personas, pero decir que 500 mil personas son 11 estadios de fútbol prueba que eso es mucha hijueputa gente.


El ejemplo de ese tema para esta generación son las redes sociales. Si tienes 500 seguidores es poquito, ¡pero es que 500 personas son un auditorio! El microinfluencer es micro si tiene 10 mil seguidores, pero hay ciudades con menos de 3 mil personas. Y si tienes 2000 likes en un video de Tik Tok te fue bien, pero no eres viral; viral es si superas los 50 mil. Ahora bien, si en Twitter tienes 100 likes, la rompiste, porque la gente en Twitter es bien amarrada para dar likes (qué güevonada tan rara).


Si históricamente y naturalmente hemos sido malos para asimilar cifras, hoy por hoy lo somos más. Paréntesis: por eso esta generación está lleno de ansiedad y frustración, evidencia 1432 (¿son muchas o poquitas evidencias?).


Todo eso para decir que...


Sumone, la app que nos cuenta los días.
(Si tienes pareja descarguen juntos Sumone. Esta app es la que nos cuenta los días).

Mi amor, 1000 días son muchísimos. Hacerse consciente del número que habla del tiempo es hacerse consciente de la vida, y qué lindo es solo poder percibirlo, así sea por un segundo.


Mi amor, contigo percibo el mundo con ojos de enamorado desde hace 1000 días.

Los que piensan al revés pueden alcanzar a decir que son menos de tres años, que parece poco si alcanzamos a vivir 100 años juntos; los que pensamos al derecho pensamos en segundos, porque la vida se acaba en segundos.


Mi amor, 86,400,000 segundos. Ochentaiseis millones cuatroscientos mil segundos. Y contando.


Y yo que he sido tan escéptico de la vida y sus bondades, que cada tanto me siento inconforme con estar, que queriendo seguir más también pienso que si no sucediera no estaría mal, agradezco cada segundo que tú estés y lo hagas tan cerca de mí.


Que las rutinas y las barreras no te dejen creer nunca que te he dado por hecho, porque nunca lo he hecho. Que no sería capaz nunca de ignorar la presencia de una diosa y milagro que se me para en frente, y me llena de luz la mirada. Y no he sido capaz, en esta total ausencia de intentos, de dejarte de amar.


Hablo de suerte hace mil días. Me hablo de aceptar sin más que tener suerte no se cuestiona ni se rechaza: se agradece, se abraza. Me exijo sobre mi suerte, que para lo único que sirve es para traer, nunca para sostener. Y te escribo a ti, mi suerte, para que sepas otra vez que te busco cada segundo en mi pecho sabiendo que siempre te voy a encontrar.


Sobre gratitud ya lo sé todo hace 1000 días. Sobre amor ya lo sé todo hace 1001 días. Sobre ti quiero seguir reposando mi cabeza otros 1002 días más, y allí mismo en el futuro te confirmaré que quiero 1003 más. Porque sé que 1000 son muchísimo, pero cuando se tiene todo se quiere tener todo, todo el tiempo.


Y sos tan grande, mi amor: haces que el 1000 sea grande y sea pequeño. E hiciste que 10 fuera grande. E hiciste que 1 fuera grande. Me hiciste hablar de segundos porque desde el primero de todos supe que si al segundo inmediato ya no había nada, estaría mal, pero estaría bien por haber tenido el gozo infinito de poder decir que estuve contigo un segundo. Y obvio: si en un segundo se acaba la vida, en un segundo la vida inicia.


Las estrellas fugaces, milagro en el cielo, pasan tan rápido porque saben eso. ¿Qué alegría no he de sentir yo cuando el milagro mío no pasó, sino que se quedó conmigo?


Te amo, Nana.

(dicho más de 1000 veces)


Volvamos este domingo al Museo donde supimos bailar.



 
 
 

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