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Más que meter el chimbo

  • Foto del escritor: Robs
    Robs
  • 2 oct 2024
  • 4 Min. de lectura

Se viene el texto más corto de todos porque estoy mamado. Y como es un texto hecho por un hombre, tiene que acabar rápido (jaja, bromita)


El porno te dañó la cabeza

y crees que solo hay que meterlo

y sacarlo y meterlo, y sacarlo y meterlo

y que surgirán gritos estridentes

y que tus músculos no se van a agarrotar

y que debes dominar y no perder

y ser las piernas del jaguar

y el colmillo del elefante

y nunca perder el ritmo

y que debes imitar todo eso

que viste en el porno.


Crees que debes estar a su servicio

y que debes leer su mente

y que no puedes decir que no

y que tienes que parecer actriz

y que si tus amigas te dicen que cómo así

y tus amigos te dicen que cómo va a ser

y todos te dicen que cómo que no has probado esto

ni te has dejado hacer esto otro

eres una monja, y un muerto

y te lo estás perdiendo todo

y no sabes lo que es el placer.


Qué fracaso que eres

si no bajas, si no subes, si no te agachas

si no golpeas, si no escupes, si no agarras

si te encorvas, si cierras las piernas,

si te ríes, si lloras, si haces algo distinto

si tus tetas no están firmes todo el tiempo

si tu culo no está redondo todo el tiempo

si tu abdomen no está plano

si tus brazos no están firmes

si tu pelo no está en el caos perfecto

si tus gestos no son pinturas

si haces siempre lo mismo

si te acordaste de un viejo dolor


¡Maleducados que están!

¡El sexo no comienza con el pantalón abajo!

Sepan que el sexo

comienza en la conversación

y en todas las confesiones al oído

donde no hubo pecado ni penitencia.

Comienza en la información

cuando me entero que te gusta

que te muerda un poquito la oreja

y luego un poquito el cuello

que enrede mis dedos en tu pelo

apriete un manojo de tus hebras

e incruste mis labios en los tuyos.


El sexo comienza al recordar

que hay una forma de agitar

y de calentar

que no es la misma de la anterior ni de la primera;

que hay que querer aprender

que no vale la pena solo meter.

El sexo comienza

cuando comienza el deseo.

Y el deseo es un acto personal

que busca un complemento

que prefiere una pieza que encaje

pero que no la requiere.


El sexo correcto comienza

al notar que hay gestos que no se pueden fingir

y que hay preguntas que se deben hacer.

Que no se tienen derechos sobre nadie

solo porque antes te los otorgaron

Que el permiso se gana,

que no siempre se gana sin hablar,

y que abrir la boca y enunciar palabras

a veces es más sensual

que fingir que el sexo es porno.



El sexo es un asunto de muchas variables que sucede prácticamente todo el tiempo. Casi que hay sexo en el coqueteo así después no haya beso ni abrazo. Si nos entregamos a la idea, que deberíamos, el sexo realmente comienza en la imaginación. El sexo inicia, por ejemplo, en el momento en el que ves a alguien muy lindo en la calle y de repente te viste chocando con él, tumbándole los libros y todo lo demás. El sexo inició cuando descubriste que había placer entre tus piernas; luego, el sexo nunca más acabó.


Como al descubrir del sexo se llega casi que solo, o sea que se llega por liberación, exige revisarse. Toque y sobe, piense y aclare, mire y palpe, siéntase y hágase el amor. No se masturbe y ya, quiérase un rato, varios ratos, con método y cautela. Además se requieren conversaciones incómodas con amigos y familiares sin estar sometidos al escrutinio de la religión y la mojigatería: el sexo es un acto libre y lo que se somete a juicio no vuela. Por eso son la mayoría los que mueren sin descubrir el sexo.


Entonces vine a decir lo importante y después podríamos hablar de los detalles: el sexo, acto performático, tiene fallos.


Hay que desprenderse de la idea de que está prohibido fallar, para relajarse, para luego no fallar tanto. Debe ser simplificado, pero debe buscar ejecutarse con gracia y esfuerzo. Un acto performático es algo así como hacer parte de una pieza teatral, y quien hace teatro, consciente de sí mismo y metido en su cabeza, está entregado al público. Un performance bien hecho satisface al actor y satisface al público. En el sexo se es dos partes al tiempo y no es por turnos: se es dador y benefactor, siempre en simultáneo, queriendo ser uno y el otro. Se comparte el ser a través del tacto y se ejerce desprendido del egoísmo de la búsqueda del propio placer. Y claro está: nadie quiere ver la misma obra de teatro cada vez.


Sobre la dignidad del sexo, la más importante: si no están dispuestos a ejecutar un buen performance, ni dejarse contagiar del buen performance ajeno, digan que no. Si creen que están dispuestos a dejarse contagiar y en el camino descubren que se equivocaron, digan que no. Hay mucho en la vida que por obligación se debe hacer sin voluntad, y así es como se sufre, y por eso se sufre tanto en vida. El sexo, vía de escape, debe ser entonces la única cosa en la que se debe querer hacerlo bien.


¿Cómo hacerlo bien? Escuchando y hablando, descubriendo y dejándose guiar, queriendo y dejándose querer.


Nota extra: que sea su propia curiosidad la que los empuje a hacer cosas, no la presión de un ajeno que los obliga de alguna manera. Nunca por imposición, siempre por voluntad. Eso sí, hay que estar dispuestos siempre a dejarse convencer, sea en el sexo o no.



Meme sobre dónde queda el clítoris que no revela dónde queda.


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