Hágase la paja
- Robs
- 22 jun 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 6 jul 2020
La mano que se escurre debajo de la ropa interior y descubre una fuerza de la naturaleza sabe que llegó ahí como la llave que abrirá la puerta del autoplacer.
Maravilloso descubrimiento del instinto animal que nos regaló la diosa del amor al hacernos de brazos lo suficientemente largos. Seguro estoy de que si el ser humano no pudiera tirar paja no estaría preocupado por extinguirse hoy por el virus, el hambre o los polos derretidos: ya se habría extinto por una guerra de iracundos que no sabían que podían sanar dándose amor durante un rato tan largo o tan corto como lo pudiera ser dependiendo de quien lo hace.
La paja es un ritual. De nada vale meterse la mano entre las piernas y estrujar el centro de placer como si fuera el cuello de una gallina y agitarlo como niño con una maraca en una novena. Un acto de amor se tiene que hacer con sentido de cuidado y de respeto, teniendo un paso a paso que debe ser irrespetado, porque cuando la vida se va a disfrutar no se planea.
Decidir explorarse y explorarse sin querer son dos experiencias distintas, y hacerlo sin entender cómo se llegó hasta ahí es mucho más agradable. Está más allá de la mano deslizándose juguetona y agresiva que adopta una forma rítmica y versátil. Por eso Afrodita nos dio dos manos, para que ambas participen: una descubre, la otra desfila. La mano hábil es la que baja y dedica sus esfuerzos, mientras la otra es una exploradora táctil: agarra el cabello, acaricia el cuello, aprieta el pecho, araña piernas.
Situación donde la mente toma un centenar de caminos y elige el que quiere para elevar la experiencia. Desear poder tener las dos manos libres y que no se llame autoplacer sino placer provocado, con alguien que se encargue de la felicidad sin egoísmos para poder darle de vuelta las gracias a modo de retribución. Imaginarlo todo, con todos los detalles, con precisión fotográfica, microscópica, realista y sonidos 8D.
Miles de millones de sinapsis ocurren mientras la mano estimula y todos los músculos del cuerpo se tensan, y se doblan sin querer los dedos de los pies, y los ojos se aprietan, y los dientes buscan el labio inferior para morder algo de carne solo porque no puede ser la de alguien más, y el aire del ambiente se pone pesado y caliente. Romper el silencio con el sonido que los ángeles quisieran imitar y dejar ir la nostalgia del sexo con el orgasmo.
El encierro puede ser excusa de mucho, desearle el bien a los demás es un deber moral y social. En ese orden de ideas, ojalá todos dediquen la intimidad de su hogar a intimar con ellos mismos y sepan disfrutarse tanto que ya no sientan que necesitan el cuerpo de otra persona. Que sepan que es mejor tener a alguien encima, o debajo, o al lado, o al frente, o atrás; pero que con algo de cariño, creatividad y amor pueden satisfacer solitos la necesidad biológica de sentir algo de placer. Y si les queda faltando, que se hagan la paja de nuevo.
Texto terminado a la 1:40 de la madrugada. El texto activó una región del cerebro que se dedica a la creatividad y obvio me voy a poner creativo. Seguro hoy dormiré muy bien, todo gracias a la diosa del amor y no al dios del sueño.
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