top of page

Lección de anatomía

  • Foto del escritor: Robs
    Robs
  • 22 jun 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 6 jul 2020

El hombre es a la vez vital y mortal; crea, pero es la creación de Dios.


La disección solo podía tener lugar cuando se disponía de un cadáver reciente, por lo general procedente de una ejecución criminal. Tenía que producirse en los meses de invierno, cuando el frío todavía conserva el cuerpo el tiempo suficiente para que la anatomía pudiera demostrarse antes de que el hedor de la descomposición fuera insoportable. Para muchos, la oportunidad de presenciar cómo el criminal obtenía los justos postres que merecía era demasiado buena para perdérsela. Uno podía verlo colgado, y después asistir a la disección para asegurarse de que realmente estaba acabado.


Siete hombres prestan gran atención al doctor Tulp, una abreviación de su apodo, el doctor Tulipán. Está sentado en un sillón, entronado y ligeramente elevado, y que demuestra un punto de detalle de la anatomía humana. Se conoce la identidad de los siete, también son cirujanos. Puede parecer que están ansiosos por aprender, pero la audiencia de Tulp está conformada por colegas, igualmente conocedores. No tiene ninguna lección de anatomía que enseñarles. Sin embargo, todos ellos son irrelevantes; es el hombre muerto sobre la mesa de disección, alrededor del cual se han reunido los cirujanos, el sujeto de interés.


Es, o era, Joan Van Trent, alguien bien conocido por los juzgados por una serie de asaltos y robos realizados a lo largo de los nueve años. En Ámsterdam, en aquel invierno de 1637 hurtó en plena “crisis de los tulipanes” un par de estas flores a un magnate holandés. Desgraciadamente para Joan su víctima se resistió y fue capturado. Juzgado y sentenciado a morir en la horca, su cuerpo sería utilizado para ser diseccionado, que era el castigo establecido para los crímenes graves: una disección impide la resurrección corpórea cristiana.


El cadáver está tendido sobre la mesa y en ángulo con respecto al observador, visto en escorzo. La luz cae sobre su tórax en tonel. Le toma medidas y comprueba que mide más de 120 centímetros desde la cabeza a la punta del pie. Incluso teniendo en cuenta el escorzo, que aplasta al criminal y lo hace parecer un trasgo, parece ser un hombre robusto, grande y musculoso en comparación con los cirujanos vestidos elegantemente de color negro. Aunque se halla parcialmente velada en una sombra de muerte, la cara de Van Trent se abre a nuestra mirada. En realidad, parece como si su cabeza hubiera sido colocada sobre algo para permitir esta sorprendente indiscreción. Pero su cuello, que debía tener las cicatrices por la soga de la horca, permanece oculto a la vista.


Pero es una disección ficticia. En una que no lo es, el anatomista abre el abdomen con el fin de revelar los órganos mayores permitiendo que se muestren las partes del sistema digestivo de olor más ofensivo, para extraerlas después y sacarlas rápidamente de la escena. Van Trent tiene el abdomen intacto. Solo su antebrazo izquierdo tiene la piel separada con el fin de revelar los músculos y tendones que hay bajo ella.


Las caras de los cirujanos reunidos, sonrojadas por el frío de enero y por su propia importancia. Al igual que un libro de tiras cómicas, se desplazan de la izquierda a la derecha, y revelan diferentes estados de expresión, desde la simple percepción hasta la comprensión intelectual y, finalmente, hasta algo parecido a la revelación divina. El propio Tulp posee la luz interior de la convicción religiosa. Está revelando la verdad metafísica a la vez que la científica.


No podemos ver nuestro propio interior expuesto. Esta imposibilidad nos permite creer en nuestra propia inmortalidad. No podemos vernos como somos en nuestro interior (porque primero tendríamos que estar muertos) ni el exterior (porque no podemos salir de nuestro cuerpo para mirar). De modo que lo mejor que podemos hacer es contemplar otros cuerpos en la conjetura de que son como nosotros.


Como si el mensaje no fuera lo bastante claro, el cirujano que se encuentra de pie detrás del grupo señala el cuerpo y mira fuera del cuadro, directamente hacia nosotros. Casi está acusando. Somos nosotros los que hemos de prepararnos para recibir la lección.



Écfrasis. Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp; pintura al óleo sobre lienzo - Rembrandt

 
 
 

Comentarios


©2020 por Libre. Creada con Wix.com

bottom of page