La moneda que se perdió en un parqueadero
- Robs
- 4 sept 2024
- 7 Min. de lectura
-Espero que el tonto que me entrevistó no ponga en el título que me perdí, porque no fue así.
-Nací en el Banco de la República. No sé cómo, no entendí el proceso.
-Si quieres te cuento cómo es.
-No. Continúo con lo que iba diciendo, y no me interrumpas más. Lo raro es que nací con plena conciencia. Me explico: las monedas más actualizadas en diseño, que comenzaron a distribuirse por todo el país en junio de 2012, hoy tienen el mismo nivel de conciencia que cuando nacieron.
-¿Tú de qué año eres?
-De 2016... ¿puedo hablar o no?
-Sí. Perdón.
-Como sospecho que no entendiste lo anterior, me explico aún más: desde que nací nunca he sido más inteligente o más maduro. Uno como moneda solo va rotando por el mundo. He visto muchos colores, pero sobre todo he pasado la mayor parte de mi vida en la oscuridad total. Bolsillos, monederos, billeteras, maletines, bolsos, cajas registradoras, entre dos cojines, debajo de lo que sea, bajo tierra, en cañerías. Y juro que no se aprende nada ni se obtiene nada. Si algo, escucho voces de gente que a lo lejos habla de otro montón de cosas que tampoco dan nada. Muchos problemas sí es lo que todos tienen, ¡y dependen tanto de mí!; también de los pedazos de papel aquellos que dizque valen más que yo. ¿¡Cómo va a valer más el papel que el metal!? En fin. Que me necesiten tanto siempre se sintió mal. No sé, quizá agradezco que de su necesidad surja mi existencia, pero a veces siento que yo podría no estar y ustedes podrían ver cómo resuelven sus asuntos de otra manera. Siento también que mientras yo esté, ustedes van a seguir diciendo que sin plata no se puede.
-Es que sin plata, la verdad, no se puede.
-Tampoco podría negarlo. Siempre los escuché hablar del sistema, que son los mismos dos o tres, y en cualquiera de ellos siempre falto yo. También hablan de dos o tres corrientes políticas, pero todo al final se trata de mí. El único consenso parecía ser que los más odiados son los que me roban y los que más mantienen enojados son los que se enojan pero no hacen nada. Ustedes son tontos.
-Al menos yo no estoy hablando con otro tonto en un parqueadero y me puedo ir cuando quiera.
-Sí...
-Perdón.
-No importa.
-Entonces... ¿al menos sabes cómo terminaste acá?
-Nací en un banco, roté y roté, contaminé muchas personas a través de sus manos y... sus bocas... El penúltimo paso fue que un tonto se subió al bus, dio un billete de 5000 y le dieron 1800: yo, 500, 200, 100. Nos metió a todos en el bolsillo trasero. Viajé aplastado entre sus nalgas grandes, sufriendo del calor de ese gran horno caliente con ruedas, rebotando y apretado con las otras más pequeñas que yo, hasta que llegamos a una casa que también estaba caliente. Nos sacó y nos dejó sobre una mesa blanca. Desde ahí, lo escuchaba hablar y besar, besar, besar, besar, hablar, hablar. Había una mujer. Creo que iban a hacer el amor -¿Hacer el amor? No creí que las monedas le dijeran así a culear.
-Creo que en general no sabes cómo le decimos las monedas a cualquier cosa.
-Es cierto. -Entonces de la nada él dice que nunca le había pasado algo así y ella responde que no hay problema, que igual tiene sueño... bla bla bla, tonterías de pareja, hasta que él se pone toda su ropa, nos mete otra vez en el mismo bolsillo y se va.
-¿Y cómo terminaste acá?
-Tonto e impaciente, mmm... El hombre salió justo de este lugar que tienes acá detrás, que parece una unidad de apartamentos, aunque no se ve bien desde este ángulo. Y bueno, se sienta, y creo que se pone a llorar. Luego creo que vio videos en su celular de mujeres bailando, pero solo lo creo por la musiquita que sonaba.
-¿Rosa, qué linda eres? (abre este video bajo tu propio riesgo)
-Esa fue una, sí...
-...
-...
-Impaciente sí soy.
-Perdón.
-Entonces...
-Es difícil saber cuánto tiempo pasa para una moneda, o al menos para mí...
-Ajá
-Creo que pasó como una hora viendo videos hasta que se paró.
-Sí.
-Y... yo quedé justo donde estoy.
-¿Esta es la historia de cómo terminaste acá?
-Sí.
-Es un poco decepcionante, ¿no?
-Soy una moneda. No sé qué esperabas.
-Es verdad.
-Los humanos tienden a elevar sus expectativas incluso en lo más banal. Esperan tanto de todo, incluso en la historia de cómo se perdió una moneda. Por eso son tontos, y por eso los aborrezco. Cada instante de mi corta vida en el que he estado perdido, que para mí eso no existe, aclaro; pero cada que he estado perdido como lo estoy ahora, es donde más tranquilo he estado. Me da igual si llueve o si hace sol, si pierdo el color o si me hace caca encima un perro, es mejor que estar con cualquiera de ustedes.
-Estoy confundido. ¿Por qué estoy recibiendo lecciones de una moneda de 1000?
-Porque las otras no saben nada.
-No, o sea, las monedas no hablan, mucho menos saben tanto.
-Creí que tú sabrías que eres el único humano que puede hablar con monedas. Quizá no es un gran poder, pero al menos eres el único.
-¿Y qué podría hacer yo con esta habilidad?
-Saber que quiero morir.
-¿Cómo muere una moneda?
-Cuando la gastan en algo más tonto que ustedes.
-Tengo una idea de cómo ayudarte, pero antes quiero que me digas cómo fue estar en este parqueadero. Cuánto tiempo estuviste, qué viste, qué tal estuvo estar acá...
-Es aburrido.
-Puedo hablar con monedas. Quisiera aprovecharlo. Soy periodista y quiero contar esto, como si fuera una entrevista.
-Nadie te va a creer.
-No importa que no me crean.
-A un periodista se le debe creer.
-Es cierto.
-Pero bueno, pregunta, tampoco tengo mucho por hacer.
-¿Qué tal fue vivir en este parqueadero?
-Mejor que cualquier otro lugar. El sol no me daba directamente por la forma en que las hojas de los árboles filtraban su luz, y cuando llovía me sentía fresco. Veía pasar personas y escuchaba sus murmullos, pero no me enredaba con sus enredos. Los perros y otros animales saludan, es todo muy tranquilo. Lo único que quizá tengo por decir que sea interesante para un periodista es sobre cómo la gente parquea.
-¿Por qué sería eso interesante?
-Me pone triste pensar que me fijo más en las cosas que tú, que eres quien las vive.
-Es algo humano, creo.
-Tontos...
-¿Entonces lo de la gente parqueando...?
-Ah, sí...
-...
-...
-...
-...
-...
-Me acabo de dar cuenta de que realmente no hay nada interesante. Creí que de pronto podía decir algo acerca de cómo parquean las mujeres y cómo lo hacen los hombres, pero realmente son lo mismo. Algunos fallan, otros no; algunas fallan, otras no.
-Ok. Volvamos un poco en la historia. ¿No tienes una idea clara de cómo terminaste acá? O sea, con más detalle.
-Es cierto que este último bolsillo era más amplio que algunos en los que he estado. Es que particularmente las mujeres suelen usar jeans muy apretados, y a varias he escuchado decir que es porque las hace ver más nalgonas. No sé para qué quieren eso. Pero hay hombres que también usan pantalones muy apretados, y a varios he escuchado decir que les tallan las güevas. No sé para qué se los ponen. Pero este último hombre tenía un pantalón más ancho, y cuando andaba caminando era fantástico porque circulaba el aire y me refrescaba y podía ver algo de cielo. Siempre me gustó el cielo.
-Así que crees que cuando se paró, te saliste por el movimiento y quedaste acá.
-Es la teoría.
-¿Y no te escuchó?
-Creo que sí, porque lo vi voltear como buscando algo, pero no fue por tanto tiempo tampoco. Creo que seguía afectado por lo de... -Sí, lo de casi hacer el amor. -Sí, pobre. -¿Las monedas hacen el amor? -No. -Eso pensé, pero para asegurar.
-Periodistas, todos iguales.
-Entonces...
-Entonces nada, no me vio ni me buscó mucho y quedé acá. También creo en la posibilidad de que no me buscó tanto porque la gente ya no quiere monedas.
-¿Por qué lo dices?
-Todo ha sido muy rápido y yo he vivido poco así que quizá no sé tanto, pero sí he notado que quien me recibe a mí con las otras monedas no busca conservarme ni andar conmigo. Es más, hasta los billetes ya están mal vistos. Todos hablan mucho de la tarjeta, del QR, de todo eso. Nadie quiere sentirnos más, ni contarnos más, excepto la gente que vende fritos, especialmente los de La Otra Estación.
-Claro, allá he estado 147 veces. Uno siempre termina volviendo a los lugares donde fue necesitado.
-Jajaja... agh, qué lástima que quieras morir.
-Creo que todos deberían quererlo. Es la mejor forma de aprovechar la vida.
-No sé si entiendo.
-Obvio no entiendes. Los humanos están mal relacionados con la muerte. Y digo que hay que quererla, mas no buscarla. Quien quiere a la muerte y la reconoce, vive sabiendo que puede llegar cuando sea, y entonces se esfuerza en ser real a sí mismo, y eso es vivir bien.
-¿Y sobre nuestra relación con la plata?
-Sepan que nosotros vamos y venimos. Si buscan bien van a encontrar monedas y billetes por todos lados, ya sin dueño.
-Creo que quizá estás invitando a robar.
-Sí, eso hago.
-...
-Pero bueno, a los periodistas no les gusta eso. Retomo la reflexión de moneda que venía haciendo: al vivir fieles a sí mismos, conscientes de la muerte pero no gobernados por ella, dejan de preocuparse por la gran cantidad de tonterías por las que se preocupan: verse lindas o nalgonas, las entradas y no tener pelo, que digan algo a sus espaldas, que no los invitaron a parchar o que no se les pare y tengan que fingir que nunca les había pasado. Sobre todo, no se preocupan por mi ausencia en su bolsillo o su tarjeta. Hay que vivir como viven las monedas en un parqueadero.
-¿Todas las monedas disfrutan igual los parqueaderos?
-Los parqueaderos tienen magia. Los humanos lo saben. Ahí es donde mejor conversan y mejor se besan.
-Has visto demasiado para ser una moneda nacida en 2016.
-Bueno, lo confesaré: realmente sí lo sé todo. Todas las monedas estamos conectadas en un mismo sistema central. Compartimos todas la información al mismo tiempo, como si fuéramos el internet o algo así. Por eso nos crean sin brazos y piernas, para no robarles el control del poder.
-...
-Es jodiendo.
-No lo creo.
-Al fin eres astuto.
-...
-Entonces, ¿me matas o qué?
Y el periodista cogió la moneda, se la guardó en el bolsillo, y junto con otros 19000 pesos colombianos, se compró un vaporizador.
Texto profundamente inspirado en la película Marcel, the shell with shoes on. Y un poquito en Her, Wall-E y otras más. Y en general fue un ejercicio medio esquizofrénico que me imaginaba adaptándolo a un Tik Tok. Audiovisualmente sería más divertido, pero leído espero que también lo sea.

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