La niña de la casa
- Robs
- 11 sept 2024
- 7 Min. de lectura
Los hombres la decepcionan, la música la cuida, su cuarto es su guarida, detesta trabajar porque implica atender personas que pueden ser groseras o crueles, le molesta de sobremanera sentirse criticada, odia con todo su ser sentirse valorada como un instrumento para el aseo del hogar, no quiere ser reducida a solo mujer, se siente atraída por los que parecen Snoopy, nunca ha querido ver un partido del Atlético Nacional o la Selección Colombia, es una adicta a los libros, merece ser tratada con cuidado y respeto.
Mamá y papá tuvieron cuatro. Tres somos hombres, solo una es mujer. No me da lástima, pero creo que a mi hermana le debemos todos una disculpa.
Cada 24 de diciembre, sentados y vestidos con el estrén en el sofá de la sala mientras nuestro papá costeño ponía vallenatos y nos aislaba de la sociedad paisa y de la música que avisa cómo será la vida a partir de septiembre, llegan las 12:00 p.m. y los regalos son unos para nosotros y otros para ella. Balones, consolas de videojuegos, carros, bicicletas, monopatines se encuentran de frente con las muñecas, las simulaciones de cocinas y objetos que pretendían ser un anuncio de que el niño Dios ya ve a mi hermana como una niña que está transicionando a mujer. Y mi hermana detestó, pero aceptó con resignación que sus padres serían siempre conservadores y sobreprotectores. Mucho rosado, mucho rosado.
Metamorfosis. De cuadrúpedo con alas a mariposa en el desierto; de animal en movimiento a frágil roca. Y de repente todo cambia, y de repente mi hermana dejó de jugar conmigo. Como niño solo un año menor que ella me daba un fastidio tremendo verla quedarse del otro lado de la persiana, pues no podía estar más en desacuerdo con cambiar el correr y comprar libertad a través del sudor y la risa por simplemente sentarse a conversar con otras niñas un poquitico más mayores que ella. Y entonces correr y esconderse y gritar y caerse dejó de ser lo mejor que se podía hacer.
¿Que las mujeres maduran más rápido que los hombres? Mi hermana me demostró que sí, pero me pareció deprimente y muy, muy, muy, aburridor. ¿Madurar se trata de no querer jugar más? ¿Cómo vas a cambiar Bob Esponja por Jersey Shore? ¿Cómo es posible dejar de imaginar que teníamos súper poderes para aspirar ser una kardashian? Si eso era crecer, era mejor quedarse cerca de la pañalera y clavar para siempre la mente en la niñez, pues es objetivo y certero decir que Bob Esponja es mejor que cualquier programa que transmitiera el MTV que repentinamente no proyectó más videos musicales y que las Kardashian no deberían ser famosas ni billonarias.
Es terca e irritable, es divertida y alegre, le preocupan mucho sus dos gatas, ocupa 5/6 de espacio del cuarto que compartimos, cada vez cocina mejor y me pide que le revise sus ensayos de psicología. Es negada para la tecnología, le ayuda mucho sentirse respaldada, el trauma de las matemáticas le dio tan fuerte que no se sabe prácticamente ninguna tabla de multiplicar, es la que más cuida y visita a mi papá.
Cumpliste 13 años y de golpe me quedé sin una compañera de juego; me encontré con una especie de adversaria que prefería verme y soltar un halo de desprecio cuando estaba con sus amigas que fingían ser adultas. Y así, poquito a poquito, mi hermana se volvió una mujer pétrea a quien me iba a dedicar a extrañar. Una estatua y una diosa iracunda a la que no se le podía irritar. Una alejada de los niños, sobre todo los de mi edad, dispuesta a sacrificarnos en un ritual de sangre con tal de que no la tocáramos, ni le hiciéramos un chiste, ni le dedicaran su amor. Me alejaba a gritos, me giraba los ojos, me hacía la ley del hielo.
Acá el recuerdo se me hace extraño y difuso: solo la veo quietica en cuartos oscuros, de espaldas a la puerta, iluminada apenas por una pequeña cantidad de luz que producía un televisor viejo de esos a los que se les pone la mano en la pantalla y se siente la estática: de esos que ya no existen más. Bien cerquita del aparato, con papá metiéndole terror sobre que los ojos le quedarían cuadrados, estuvo así durante horas, durante meses: bien cerquita, porque el cambio de canal se hacía a mano en un mundo carente de controles remotos. Y cuadrados no quedaron sus ojos, pero sí el marco que los rodearían por el resto de su vida. Mi hermana comenzó a usar gafas y en el colegio al que íbamos juntos cada tarde para volver juntos cada tarde-noche, la maldad inocente de niños y niñas que confunden ser crueles con ser cool le pusieron apodos. Y apenas eso sucedió, la perdí más, mucho más.
Ni cómo defenderla. A mi hermana todo le sucedía conmigo lejos porque lejos me quería. Tampoco creo saber cómo podía defenderla. Uno de mis dolores es nunca haber sido el valiente que estaba dispuesto a pelear con quien molestara a su hermana a pesar de que lo pudieran masacrar a golpes y puñales. Fui temeroso y con un alto sentido de la autoconservación, que es lo mismo que ser cobarde. Mi papá siempre nos habló más de paz y retiradas que de matar y morir. Pero también siempre le habló más a mi hermana de ayudar en la casa que a nosotros. Y siempre le habló más de volver temprano, sentarse bien, cuidar el lenguaje y comer en ciertas cantidades, mientras que a mis hermanos y a mí, no. Que nosotros salíamos de casa sin decir a dónde, y a las 3:00 a.m. mi celular nunca tuvo una llamada perdida, mientras que a mi hermana a las 11:00 p.m. la habían llamado y mensajeado miles de veces porque la querían de vuelta.
Le da temor decir que va a salir con un hombre, sabe que si no avisa para dónde va ni a qué hora vuelve tendrá problemas al otro día, es adicta a tik tok, se maquilla muy bien, quiere vivir una vida sencilla y para todo mi pesar, le gustan feos, que supuestamente son inteligentes, pero cuando los he conocido me parecen feos y bobos. Si algún día logras conquistar a mi hermana, eres feo.
Esto era así: a ella la recogían, a mí no. A ella la cuidaban, a mí no tanto. A ella la sermoneaban, regañaban, encerraban y limitaban, a mí no, a mi hermano menor tampoco, al mayor menos. "Es que ella es la niña de la casa", mientras que nosotros somos hombres que se saben cuidar a sí mismos. Podíamos decir chimba y pirobo e hijueputa y mi hermana no. Y si mamá necesitaba ayuda en la cocina la llamaban a ella, y cuando había que lavar platos la llamaban a ella, y cuando había que hacer un mandado pues iba yo, que soy el tercero, pero soy hombre, entonces si secuestraban a alguno no podía ser el mayor porque ya es muy mayor como para mandarlo a la tienda y no puede ser el menor porque ese es el consentido; el de la mitad es el instrumento del padre, al que más ponen a alumbrar con la linterna el motor del carro, a buscar debajo de los muebles y la cama los nuevos audífonos o las llaves o lo que sea mientras la niña de la casa es la que sirve la mesa.
Pero los nenes crecen. La formación en los primeros años de vida y las experiencias que definen en gran medida lo que seremos el resto de nuestra vida ya pasaron. Los traumas personales han sido generados, las conductas base ya están consolidadas, ¿ahora qué?, pues elegir una carrera. Esto puede ser un buen resumen de lo que implicó crecer juzgada y controlada, a diferencia de mí que crecí siendo alentado y liberado: ambos elegimos mal la carrera, pero yo sí me sentí tranquilo al decir que ya no seguía más, mientras que mi hermana se tuvo que graduar. La consecuencia es que ella hoy por hoy realiza otro pregrado porque no va a ejercer lo primero que hizo. Sigue buscando, pacientemente, una vocación y un destino, sin saber bien qué tanto tiempo está desperdiciando, ni qué tanto debe acelerar, aprendiendo mientras tanto sobre la esclerosis o la psicología conductista o las teorías de JJ Gibson, pues para ella la vida ha sido un acontecimiento que pasa y se transita un día a la vez.
No sé si tiene planes, si está en búsqueda del amor romántico, cuántos novios ha tenido, si algún cabrón la ha agredido, si quisiera ayuda, cómo se le motiva, qué debo hacer para obtener su confidencia, si le dan miedo los hombres y salir con ellos, cómo sostenerle una conversación, quién es su hermano favorito, por qué sigue afirmando que soy tan desordenado cuando no es así, qué le da miedo, por qué no es más franca con mi mamá, por qué no confronta más seguido a mi papá, qué quiere que le dé la vida para que salga más de su cuarto.
Lo mejor que hemos podido hacer todos es darle su espacio, como asumiendo que realmente es lo que quiere. También ofrecerle opciones, sobre todo mi papá quien es el gran artífice de ello.
Sus hermanos tratamos de cuidarla hasta donde nos deje, pero confiando en su adultez e independencia, una que mucho reclamó y quizá se le dio demasiado tarde. Resignados estamos a que la vamos a estresar más de lo que la haremos reír, pero creo que ponemos esfuerzo en estresarla cuanto menos sea.
Mejora paulatinamente la relación con mamá, que nunca fue mala, pero las mamás tienden a enemistarse con sus hijas con suma rapidez por cualquier estupidez, y viceversa.
Pero sobre todo, mi hermana se deforma y se estira y se encoge y se arregla cada vez más, y se vuelve más buena en lo que hace y en cómo vive, y quiere llegar a algún lado de la mejor manera. Mi hermana se está transformando de mariposa del desierto a flor inmarcesible. Y todos estaremos ahí para verlo, y más le vale no fallar.
Es noble, tímida, talentosa, creativa, inteligente, sensible, artística, fácil de querer, mala para decir que no, caritativa, juiciosa, distraída, resistente y bastante dormilona. Es mi hermana y yo soy su hermano.
¿Las palabras en color naranja? Hice una dinámica en mi perfil de instagram donde la gente me ponía palabras para incluir en el texto y logré meterlas casi todas. Solo me faltó Tvu. Un momento... la acabo de escribir... y está naranja... ¡o sea que al final sí logré ponerlas todas! Chúpenla, haters (no tengo).

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